Declarado Patrimonio de la humanidad por la UNESCO
Antiguo barrio musulmán de Granada. Origen de la Granada moderna, bajo el dominio ibero y después romano, el Albayzín, debe su fisonomía a la época árabe durante la cual llega a ser residencia de reyes y corte del reino, tanto con el emirato zirí como, en ocasiones, durante la época nazarí.
Catalogado como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1989 por la UNESCO, es, en su conjunto, un monumento.
El mirador de San Nicolás
En sus callejas empedradas se alzan los cármenes, villas con decoración y jardines moriscos, aisladas del exterior por sus altas tapias. A la caída de la tarde, cuando el aroma del jazmín impregna el aire, es un deber subir hasta el mirador de San Nicolás y contemplar la mágica estampa de la Alhambra resplandeciendo al ocaso.
Un pueblo dentro de la ciudad
Es como un pueblo que habita en una ciudad, el Albaycín se levanta y vive contemplando desde su altura las zonas bajas de Granada. De siempre fue así o al menos, ya que de su pasado ibérico y romano poco sabemos, desde su última fundación en los primeros años del siglo XI, cuando sus habitantes tuvieron que abandonar la Elvira de la vega y subir la colina para buscar defensa en los turbios tiempos de la caída del califato de Córdoba.
Historia del barrio
En época árabe este barrio fue junto el de la Alcazaba, el núcleo donde se concentraba la población. Aunque los hallazgos arqueológicos, entre los que se encuentra la muralla ibérica, evidencian que es uno de los lugares habitados desde la antigüedad. En cualquier caso, la cantidad de monumentos que surgen de sus callejuelas, como mezquitas, aljibes y fuentes públicas demuestran que fue una de las zonas más pobladas de Granada. Su extensión abarca desde las murallas de la Alcazaba hasta el cerro de San Miguel, y, por otro lado, desde la Puerta de Guadix hasta la Alcazaba. Esta situación privilegiada lo convierte en uno de los lugares más pintorescos de la ciudad. El origen de su nombre todavía está por determinar. Algunos autores piensan que alude a los habitantes hispanomusulmanes de Baeza (al-Bayyasin), que ocuparon la ciudad hacia el año 1227. Otras teorías apuntan que Albaicín puede traducirse como Barrio de los halconeros, o Barrio de la cuesta, como sostiene el autor musulmán Aben Aljatib. La historia del Albaicín cobra protagonismo cuando a partir del siglo VIII se instalan sus nuevos habitantes árabes. Parece ser que fue entonces cuando se construye la primera fortaleza, conocida con el tiempo como Alcazaba Qadima o vieja. La Plaza de San Nicolás constituía su centro y sus murallas se extendían desde la Plaza de Bibalbonud (hoy placeta del Abad), hasta la del Cristo de la Azucena. Un siglo después, hacia mediados del IX, las luchas entre árabes, mozárabes y muladíes provocaron su decadencia, hasta que en el siglo XI recuperó su brío con la dinastía Zirí. En esta época volvieron a ampliarse los límites del Albaicín hasta la Puerta de Monaita y San Juan de los Reyes para enlazar con la Puerta de Bibalbonud. En el siglo XIII, Alhamar, fundador de la dinastía nazarí, decidió trasladarse a la colina de la Alhambra. De este modo la Alcazaba Qadim a dejó de ser centro de poder. A pesar de todos estos cambios, esta zona continúo siendo uno de los centros neurálgicos de la ciudad, tanto desde el punto de vista administrativo como económico. Por otra parte, también se caracterizó por ser un foco de numerosas revueltas contra el poder. En estos tiempos fue lugar de residencia de artesanos, industriales y aristócratas. Con la reconquista cristiana, iría progresivamente perdiendo su esplendor. Al principio se construyeron iglesias y se instaló allí la chancillería, pero una serie de circunstancias como la subida de impuestos provocaron un levantamiento entre sus pobladores. Los enfrentamientos fueron a más y progresivamente comenzaron a construirse parroquias sobre las antiguas mezquitas. En tiempos de Felipe II, tras la rebelión y posterior expulsión de los moriscos, el barrio se quedó cada vez más despoblado. A pesar del abandono, hubo un momento en que los románticos lograron en parte su recuperación, pero esta circunstancia no pudo evitar su deterioro.